Antonio Santos, en plenitud


"Pinto todos los días, incluso cuando me atasco o no tengo ningún proyecto entre manos. Llevo tres días de crisis", dice Antonio Santos (Lupiñén, Huesca, 1955) que acaba de ilustrar 'La princesa y el pirata' (APILA, 2013), basado en textos de Rubén Darío y de José Espronceda, 'Retrato de Baroja con abrigo' de Jesús Marchamalo, para el sello Nórdica, y hace unos días presentaba, en el Teatro Olimpia de Huesca, su trabajo para el 'El coloquio de los perros' (Nórdica), de Cervantes. Santos ha hecho unas 50 ilustraciones en acrílico sobre tabla, de las que se han incorporado una veintena al volumen. 

Antonio Santos explica que en 'El coloquio de los perros' hace su trabajo más pictórico: "Quería rendir un homenaje explícito a los expresionistas que tanto me gustan, especialmente a Oskar Kokoschka, pero también a Alberto Giacometti, tan distinto". Dice Antonio que él, en el fondo, es un artista sin estilo, alguien que tiene varias líneas: la de los juguetes o juguetones; la de las estampas populares, especialmente brasileñas, y la que ha ensayado con 'El coloquio de los perros'. 

"Yo suelo leer los textos varias veces, por la necesidad de entenderlos y por puro placer. Dejo reposar un poco esa experiencia y luego ilustro las sensaciones que me han quedado en el recuerdo". Cervantes, como hicieron el 'Lazarillo', la picaresca española o haría Quevedo, aborda la España miserable del pícaro o del pillo. "Qué poco ha cambiado España. Las jerarquías de ahora peores que las de antaño: más delincuentes, más ladronas, y eso se percibe todos los día en la prensa". Explica la paradoja de Cervantes, que intentó crear un pícaro bueno y al final "tuvo que bajar un escalón y lo encontró en los perros.


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