El libro infantil y juvenil sigue su caída en ventas



El milagro de ventas del libro infantil y juvenil empieza a ser historia. El sector se pregunta qué puede haber fallado, cuando eran ellos los que subían mientras el libro general descendía, y mira al recorte de compra en bibliotecas, la bajada del consumo, los cambios de hábitos lectores introducidos por lo digital y el agotamiento de los fenómenos literarios.
Flop-upscrossovers, álbumes ilustrados, sagas de fantasía o amores vampíricos. En la cercana época de vacas gordas, los libros para los menores parecían un campo fértil para la creación, y también para el mercado. Con la llegada de la crisis en 2008 los títulos para niños y jóvenes hacían gala de una resistencia de acero. Hasta 2012. Hace dos años (últimas cifras recogidas por la Federación de Gremios de Editores de España, cuyos nuevos resultados generales se conocerán este lunes) las obras para menores comenzaron a caer a mayor velocidad de lo que lo hace el conjunto: un 12,4% con respecto al año anterior, frente a un 10,9% del libro general. Y lo previsto para 2013 sigue en esa línea.
Lo primero que aparece en la boca de Antonio María Ávila, secretario de la Federación de Gremios de Editores de España, es la administración: “Llevamos dos años sin que el sistema bibliotecario en su conjunto compre libros”. Antes de la crisis, la inversión en esta partida llegó a ser de hasta treinta millones de euros solo por parte del Gobierno central (cantidad que se complementa por parte de autonomías y ayuntamientos), cantidad que se redujo a cero en 2013. Ávila señala, además, que otros recortes, como en las ayudas a libros de texto, afectan también al sector, ya que los padres se decantan por hacerse con los libros obligatorios, pasando los títulos de lectura a un segundo plano. 
“Aunque es difícil para nosotros diagnosticarlo, estoy segura de que en parte el descenso en los números es debido a esto”, apoya Anna Vázquez, directora de Alfaguara Infantil y Juvenil.Todos son preguntas sobre qué ha podido pasar en un sector que parecía sólido. A principios de los 2000, con la economía viento en popa, éxitos como Harry Potter, de J. K. Rowling, o Memorias de Idún, de Laura Gallego, en España trasladaron el libro infantil de las aulas a la calle, haciendo perder fuerza a los prescriptores tradicionales —padres y profesores— frente a los gustos del pequeño lector. “En la literatura infantil comenzó a suceder exactamente lo mismo que en la general: que hay una literatura de calidad, una que crea estilos nuevos, una de moda o comercial...”, explica Ana Díaz-Plaja, experta en este ámbito y doctora por la Universidad de Barcelona. Ahora el terreno parece pantanoso: a pocos días de que se publiquen los datos del último año los editores adelantan que la caída se puede haber acelerado hasta el 14%.

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