La revista Cactus entrevista al ilustrador Álvaro Ortiz



Probablemente sea uno de los dibujantes de cómic que más se queja en Internet, pero también uno de los más talentosos y que más alegrías nos da. En Murderabilia vuelve a repetir una fórmula que se ha convertido en su seña de identidad: las composiciones locas con miles de viñetas por página, textos largos y la muerte como hilo conductor. Sin embargo, Ortiz consigue hacer una obra con mucho ritmo. La publicación de la novela le ha cogido en Roma, donde gracias a la beca MAEC-AECID se dispone a pasar nueve meses preparando su próximo cómic. Y, desde allí, hablamos con él vía Skype para que nos comente cómo ha ido la cosa esta de los gatos.
De Murderabilia podría decirse que, en cierto modo, es una historia sobre cómo llegar a ser escritor, la búsqueda de la inspiración o el tópico de escribir de lo que uno conoce. ¿Cómo llegas a esta idea para la novela?Son miles de cosas que vas apuntando por ahí. La idea original del libro parte del comienzo, de la historia de los gatos, y con el tema del escritor me ha pasado como con Cenizas, son tópicos que hemos visto mil veces pero que para encauzar una historia funcionan y me dan bastante juego. Escribir sobre lo que conoces acaba en autoparodia porque, como alguna vez ya he dicho, si tengo que escribir de lo que conozco entonces sería un coñazo.  Es ponerte en la piel de otras personas, pero a la vez tirar de tópicos. También es verdad que me costó hasta que di con la historia, estuve así bastante tiempo bloqueado, y de ahí nace un poco la coña esa.
Encontramos de nuevo una estructura de abundantes viñetas y bocadillos. ¿Cómo fue esta vez la creación del guión y la posterior ejecución de la obra?Lo de las miles de viñetas por página ya lo he dado por perdido, no consigo salir de ahí. Creo que es que soy muy pesado y tengo que contar muchas cosas. Entonces, para no irme de páginas, lo acabo llenando todo de viñetas pequeñas. Pero también es una mezcla, por un lado lo que me funciona para trabajar y por otro lo que ya le he pillado el tranquillo y me gusta, me divierto haciendo esas composiciones. No es que sean enrevesadas, son más bien simples, pero sí con muchas partes. Se unen la  necesidad y el placer.


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