Voces nuevas y consagradas


La bonanza de relatos en castellano parece no acabarse. Aquí se muestra un panorama tan diverso en temas como en autores

Los niños de la guerra o los niños del asombro, como a los de su generación les llamaron, respectivamente, Josefina Aldecoa y Ana María Matute, protagonizan la mayoría de los relatos que Ana Casas reúne en Voces disidentes. Cuentos de la generación del medio siglo (Menoscuarto), donde, junto con textos muy conocidos y antologados (Cabeza rapada, de Jesús Fernández Santos; Niño fuerte, de Ferlosio, o El corazón y otros frutos amargos, de Ignacio Aldecoa), u otros firmados por los escritores troncales de la generación (Benet, García Hortelano, Juan Goytisolo, Martín Gaite, etcétera), hallamos relatos menos conocidos (los de los dramaturgos Lauro del Olmo y Alfonso Sastre, el de José María de Quinto, o los de autores más injustamente olvidados: Fernando Quiñones, Alfonso Grosso, Jorge Ferrer-Vidal).

Casi todos los cuentos reflejan los años de silencio y oprobio, y hambre y enfermedad, y, con variados registros, ofrecen una ácida radiografía de aquella España. Muchos trazan la antagonía entre el mundo de la infancia y el de "las personas mayores" (quiero destacar el cuento homónimo de Medardo Fraile), sea a partir de las relaciones familiares, vecinales o laborales, a través del choque entre los sueños y los anhelos y esperanzas con la férrea realidad, o bien mediante el contraste entre centro y periferia, o entre campo y ciudad, e incluso muestran la brecha entre los mismos niños, cuando un grupo de ellos remeda, con crueldad, el comportamiento de los adultos. Salvo por la ausencia de algunos nombres (¡qué bien encajaría Historia de detectives, de Marsé, por ejemplo!), las "voces disidentes" aquí reunidas muestran muy bien la excelencia y diversidad de aquel grupo de narradores españoles del siglo XX.

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