Gustan a los niños y conquistan a los adultos. Son los libros ilustrados, que en España gozan de una nueva edad de oro. Frente a la frialdad del 'e-book', los editores tratan de retener al lector mediante auténticas joyas. El secreto es bien sencillo: esmerada edición, un papel cuidado agradable al olfato y al tacto y unas bellas estampas. El género fantástico y los álbumes para niños se prestan a este tipo de volúmenes donde la pintura y la literatura se anudan en un feliz maridaje.
Benjamin Lacombe (París, 1982) es una estrella de la ilustración en Francia. Galardonado y agasajado por la crítica, su renombre es tal que sus libros aparecen en varios idiomas de forma simultánea. Sus dibujos son inquietantes y en ellos el ilustrador acostumbra a jugar con las luces y las sombras para dar a sus pinturas un poso tenebrista y gótico. Lacombe es autor de las pinturas que aparecen en los 'Cuentos macabros', de Edgar Allan Poe, y 'Blancanieves', de los hermanos Grimm. Los dos álbumes están editados en España por Edelvives, que ha convertido en artículos de orfebrería los libros-objeto tocados por la gracia del parisino.
El dibujante francés ya había seducido al público español con el libro 'La niña del silencio', que aborda un asunto tan actual como el maltrato, y 'El herbario de las hadas', un precioso volumen que cuenta con una versión electrónica en francés y para Ipad, donde las imágenes se replican.
Lacombe no oculta su fascinación por la estética de los cineastas Almodóvar y Lars von Trier, los pintores del Quattrocento y las fotografías pintadas de Desiree Dolron. Su imaginario evoca el mundo de Tim Burton y las ideas fijas de Hitchcock. "Me encanta el mundo de Burton, aunque es más humorístico que yo", dice este artista, que acaba de realizar una exposición sobre dos de los personajes del director y productor estadounidense: Eduardo Manostijeras y Alicia.
Lumen, que lleva más de 40 años publicando libros infantiles, presenta 'Besos que fueron y no fueron', un libro ilustrado por Roger Olmos y con texto de David Aceituno. De la mano de Olmos nacen unas bellas estampas, delicadas, poéticas e imaginativas. Dibujos que tienen su contrapunto con una prosa divertida que apela a la fantasía de los más pequeños. David Aceituno hace un recuento de besos mágicos, capaces de despertar a princesas y exorcizar hechizos, besos que llevan veneno en los labios, que se prolongan por espacio de días. En resumen besos de patio de colegio, de cuarto trasero y de patio de verano. Estamos ante un libro que, como bien dice Aceituno, deja un buen sabor de boca.
Comentarios