El zaragozano David Guirao lleva casi quince años dedicado a la ilustración. A sus espaldas, una amplia carrera que le ha llevado a ilustrar desde libros infantiles a libros de texto, pasando por juguetes de playa o autobuses turísticos.Por lo que queda claro, que oficio desde luego no le falta. Como tampoco le falta pasión por su trabajo, un oficio que por cierto, ni él mismo imaginaba. “Estaba en bachillerato cuando el profesor de diseño gráfico me vio dibujar y me dijo que me podía dedicar a esto. Yo entonces ni sabía que te pudieses dedicar a dibujar”, afirma.
El sabio consejo de aquel profesor hizo que Guirao se formara en la Escuela de artes de Zaragoza como ilustrador. Terminada su formación, su primera oportunidad llegó de la mano del boletín del CIPAJ. Allí vio publicadas sus primeras ilustraciones e hizo también varias portadas. Como él nos cuenta: “Fue una gran oportunidad porque cuando empiezas lo que necesitas es ver tu obra publicada y eso te hace ganar mucha confianza”, recuerda un agradecido Guirao.
Este primer trabajo le permitió entrar en contacto con la editorial Prensas Universitarias de Zaragoza con quien en 2001 trabajó ilustrando Romances, de Antonio Pérez Lasheras.
Un libro que acercaba a los más pequeños al romancero aragonés y que David recuerda con cariño: “Trabajar con la universidad fue fantástico porque confiaban mucho en tu trabajo, se fiaban de ti, te daban mucha libertad…”
Poco después de Romances llegó otra gran oportunidad. Trabajar con Edelvives y con el reconocido autor de literatura infantil Daniel Nesquens. El resultado tuvo por título El canario de Brunei. “Daniel se empeñó en que fuera yo quien lo ilustrara y yo casi no había publicado por lo que fue para mi una gran responsabilidad”. Una colaboración que se repetiría años más tarde con un nuevo libro, El domador de osos, también publicado por Edelvives.
Los proyectos fueron surgiendo, y Guirao repitió en 2005 con Prensas Universitarias publicando un libro del que guarda especial recuerdo: En un lugar de la Mancha, de Marta Casas, María Gloria Peña y Dolores Luque. Una adaptación del Quijote en la que se esforzó por romper el molde preestablecido de su protagonista. Recuerda que fue “un poco complicado porque la imagen del Quijote es algo que tenemos todos metida en la cabeza. Había que hacer algo que sorprendiera”.
Llegado a este punto de la carrera de David Guirao era más que evidente que poseía un estilo único y personal. Ese que le permitía y hoy le sigue permitiendo dar vida a unos personales reales que siempre tienen algo de irreal, algo de fantástico que capta tu atención, que te atrapa en silencio y que te obliga a mirarlo. Reconoce que: “tiendo a estilizar las formas un poco y a reventarlas. Me gusta que sean figurativas, pero que no sean realistas. Intento buscar un equilibrio (…) Intento que mis imágenes no sean una repetición de lo que dice el texto sino que aporten siempre algo nuevo”.
Mientras ilustraba todo tipo de obras, la mayoría infantiles, surgió una oportunidad de hacer algo nuevo y acostumbrado como estaba a todo tipo de retos, no pudo decir que no. En este caso se trató de ilustrarcubos de playa para la empresa Divertoys y la experiencia fue tan positiva que se repitió cada verano desde 1996 hasta 2009. “Me tocó hacer a Pinocho, a Tarzán… Al principio me costó un poco porque siempre intentas poner tu estilo en lo que haces y en este caso había que ceñirse a unas formas concretas y sobre todo hacer un juguete eficaz. Pero fue algo muy divertido”.
Junto con este, otro de sus trabajos más curiosos fue la ilustración de un autobús turístico para las visitas teatralizadas sobre los Sitios de Zaragoza realizadas porGozarte. Fue “muy complicado porque había que tener en cuenta las ventanas, los elementos que tenían que verse desde lejos…me emocioné cuando lo vi terminado”, nos cuenta.
Entre sus trabajos más recientes estánLeyendas, de Gustavo Adolfo Bécquer. Adaptada por Remedios Luna Fernández y publicado por Anaya dentro de la colección Clásicos a medida.
Otro libro que el propio Guirao destaca porque “le reforzó mucho como ilustrador” fue San Jorge y el dragón, de Daniel Nesquens (Apila Ediciones, 2011). El motivo: su oportunidad de trabajar con el álbum ilustrado. Un libro con “una gran repercusión, -explica- tanta que todavía vas por los colegios y los niños recuerdan el libro. Es muy emocionante”.
Tras estos llegaron Moscogonía de las estrellas, de Isabel Soria (Comanegra 2011), El libro de Oriana, de Nacho Escuín (Nalvay, 2012) o El príncipe que cruzó allende los mares, de Roberto Malo y Francisco Javier Mateos (Nalvay, 2012) entre otros títulos.
De vuelta al presente, con varios libros de texto entre manos, un juego medieval de cartas y decenas de ideas rondando su cabeza, queda claro que afortunadamente nos podremos seguir deleitando durante mucho tiempo con ese universo mágico al que pertenecen las fantásticas ilustraciones de Guirao.
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