Muchas noches, antes de que los griegos inventaran el teatro, los niños ya se colaban en las primeras filas de las reuniones de los adultos para escuchar historias y ver cómo éstos dramatizaban hechos vividos o imaginados con los que se transmitían experiencias, conocimientos o, simplemente, se entretenían. Desde su nacimiento, el niño es un gran aficionado a escuchar historias.
Y gracias a esta afición, la oferta de teatro para niños es amplísima. Basta con echar un vistazo a la cartelera para ver que es variada y adaptada para todos los gustos. Pero hay un hecho que no nos deja indiferentes, la gran presencia de adaptaciones al teatro basadas en albúmenes ilustrados. ¿Ha existido desde siempre? ¿Es algo casual? ¿Es una moda pasajera ligada al auge del éxito de los libros ilustrados?
Las primeras representaciones de clásicos infantiles parten de los propios niños, estas mini obras de teatro, nacen de la necesidad de desarrollar su capacidad simbólica. Esa que les permite ampliar sus experiencias gracias a la actividad de jugar a ser otros. Usando tan solo la imaginación y el lenguaje se convierten en el lobo Feroz, en Caperucita Roja o en Robin Hood.
No es algo casual encontrar en la cartelera teatral la adaptación de álbumes ilustrados. Se recurre a ellos porque movilizan más, los padres llevan a los niños ante un valor seguro que no decepcionará. Las niñas y los niños quieren ver en la escena a sus personajes favoritos, eso si, pero no a cualquier precio. A veces dar el salto del papel a las tablas no es una tarea nada fácil y en ocasiones es muy arriesgada. Requiere ingenio y saber conectar con el publico a través de un lenguaje claro, inocente y con sentido del humor. Pasar de las 32 páginas de media que tiene un álbum a un guión que sorprenda y entretenga al público durante algo más de una hora, implica utilizar todas los recursos posibles de cara a no fracasar. Uno de los principales requisitos es enfrentarse con humildad ante el libro ilustrado, que en muchos casos ya se ha convertido en un clásico y en casi, casi, en una obra de culto y de referencia para los lectores.
La Sala Cuarta Pared, un paraíso del teatro para niños, situado en el centro de Madrid, lo sabe hacer muy bien. Cuarta Pared programa con asiduidad y éxito Elmer, un clásico de David McKee sobre un elefante de colores, de la mano de la compañía Teatro de la Luna. Este celebérrimo cuento se acompaña con la música de Michael J. Cohen, compuesta expresamente para este espectáculo.
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