Tomó la decisión y dio un giro a su bien encarrillada carrera en el mundo de la publicidad. Empezó a formarse, a apuntarse a talleres de dibujo . “Tus trabajos están bien pero no cuentas nada”, le dijo uno de los primeros editores que vio su portafolio. “Tenía toda la razón del mundo; me hizo replanteármelo todo, me hizo preguntarme qué quería contar verdaderamente”. Ya sea con palabras o con imágenes, “siempre tienes que acudir a tu mundo propio o a tus propios espacios”.
En su obra “hay una parte de alegría” , muy relacionada con sus dos hijos, pero también está muy presente la soledad. “La perfilo mucho porque mi infancia fue bastante solitaria y en algunos momentos sufrí acoso escolar”. Su venganza creativa fueron las niñas-ogro de Pulgarcito. Decidió hablar de sus miedos infantiles, entender al personaje. Y vaya si lo hizo.
En el proyector de la escuela de arte Pancho Lasso aparece una dedicatoria de Emilio Urberuaga, Premio Nacional de Ilustración. “Si no es el mejor ilustrador infantil, será de los mejores”, explica. Nos enseña el autógrafo para explicarnos el compañerismo que sintió desde el principio en el mundo de la ilustración editorial. “Cuando yo empecé pensaba que mis formas de trabajar eran mediocres, sin embargo Emilio me dedicó un libro, [‘A Patricia, colega, para que no se olvide de mi cuando alcance el triunfo (lo hará seguro)’]. Para mi fue algo bonito e importante”, confiesa.
Le asombra la generosidad de la mayor parte de la gente. “Somos muchos, hay muy poco trabajo y de repente se ofrecen a ayudarte personas que creen en ti”. En su caso fue Miguel Tanco. Seguían sus respectivos trabajos a través de sus blogs y se conocieron por primera vez en la Feria de Ilustración Infantil y Juvenil de Bolonia (Italia). “Ven que te voy a llevar a sitios”, le dijo Miguel. Editoriales, nombres, maneras de moverse en el sector, consejos impagables.
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