Babette Cole o la (in)trascendencia de la LIJ

Cuando en la tarde de ayer llegó a mis oídos la noticia de que Babette Cole, una de esas autoras contemporáneas y eternas de álbumes infantiles, había fallecido, no pude evitar pensar en la poca trascendencia social que tiene la LIJ...

A pesar de que muchos lectores y entendidos en esto de los libros para niños no comulguen con el estilo y/o el tipo de libros que esta ilustradora firmaba, no me podrán negar que su papel dentro del mundo editorial infantil ha sido muy importante, no sólo por ser una pionera en eso de tratar temas tabú como la sexualidad, la muerte o los estereotipos sociales en libros que supuestamente debían ser inofensivos y algo dogmáticos, sino por hacerlo desde una perspectiva humorística transgresora y, la mayor parte de las veces, también respetuosa.



Lo peor de todo viene cuando, pese a la cantidad de niños que se han reído a carcajadas con sus aguerridas princesas, han aprendido a leer con sus clases de sexualidad, o se han sentido identificados sus amores prohibidos (Cole vendió en vida más de tres millones de ejemplares de sus aproximadamente setenta títulos en todo el mundo), no exista un reconocimiento a la altura de las circunstancias en los medios de comunicación (N.B.: Un dato que me llamó mucho la atención fue que, hasta que no pasaron bastantes horas tras su muerte, Wikipedia, ese sitio que se caracteriza por la inmediatez, no añadió a su biografía el triste dato).


Da igual que se apague la vida de genios como Maurice Sendak o Leo Lionni, de escritores como Juan Farias o Monsterrat del Amo que tanto bueno han hecho por los niños, de reconocidos ilustradores patrios como Ulisses Wensell, o divulgadores de los libros infantiles como Ana Pelegrín. El caso es que la LIJ importa muy poco, más todavía cuando constatamos el escaso reconocimiento a todos aquellos que le van sumando grano a grano. Seguramente no sea un caso aislado entre otras muchas parcelas culturales, sobre todo aquellas que se refieren al entorno infantil. 

Quizá esta pataleta no llegue más allá de la vuelta de la próxima esquina, pero llama la atención que un sector con tanto interés comercial no reciba una mirada más atenta en el entorno de la información, sobre todo en la televisión y la prensa plurales (¡Menos mal que hay algo en la especializada! ¡Qué mínimo!...).



Ya sé lo que me van a decir... “Si es que, Román, somos invisibles, a nadie le interesamos, poquito podemos hacer contra el fútbol o Gran Hermano...” ¡Y un pijo! Es cierto que los niños nos interesan mucho pero a la vez muy poco, que de la LIJ sólo queda un residuo en el ser humano, quizá el más importante, pero poso al fin y al cabo, y que hay otras prioridades, sobre todo aquellas que se refieren al mundo adulto. Pero también es cierto que los monstruos solemos ser herméticos, retraídos y endogámicos. Hemos hecho mucho con los blogs, con las redes sociales, pero aún nos queda mucho para salir al mundo, por abrir nuestro espacio. A veces sonamos plastas, redundantes, relamidos... En una palabra, un coñazo.
Ya que el de adiós de otros grandes no nos ha hecho despertar, espero que el de Babette Cole, una mujer que supo conectar con el público a base de divertimento y buen humor, nos sirva para reaccionar, para montar el circo de la LIJ, ofrecer algo de espectáculo. En definitiva, sacar los los libros infantiles a la luz, con una sonrisa, disfrutando.






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