- Encuentra tu espacio
Roald Dahl se había construido una cabaña en el jardín en la que encerrarse a escribir. Efectivamente cada mente creativa necesita de un rincón íntimo en el que sentirse bien y dar vida a su propio mundo
- Siéntete cómodo
Como el escritor sufría de un daño a la columna vertebral, hizo un hueco en el sillón de su estudio para poder trabajar durante horas sin sentir dolor. Cualquier cosa que nos simplifique el proceso nos ayuda a liberar la mente de distracciones y a ser más productivos. Parece una banalidad, pero muchas veces, llevados por la ansiedad de “hacer”, pasamos por alto algunos detalles que quizás nos quiten tiempo y nos hagan gastar dinero en un primer momento, pero que al final nos ayudan a mejorar nuestra productividad. Una buena mesa de trabajo, una iluminación más adecuada, algunas herramientas más modernas…son solo unos ejemplos…¡y yo soy la primera a caer en este error !
- Rodéate de cosas que te puedan inspirar.
En su estudio Dahl guardaba de todo: objetos de familia, modelos de aviones como recuerdo de su carrera en la Royal Air Force, hasta un trozo de fémur procedente de la operación que sufrió en la columna. Lo que nos evoca experiencias pasadas es siempre una buena fuente de inspiración.
- Cuando es necesario cierra las puertas al mundo
Dahl contaba que desde la ventana de su cabaña podía pasarse toda la mañana observando a los muchos animalillos que se pasaban por su jardín…así que para trabajar, cerraba las cortinas
- Aprender a cultivar las ideas
Las ideas hay que plantarlas cuando son semillas y dejarlas crecer el tiempo que necesiten. El escritor llevaba siempre consigo un cuaderno en el que anotaba cualquier cosa le pasase por la cabeza, una en cada página. Aunque pareciesen insignificantes, siempre podía volver a ellas cuando era el momento.
- Disciplina
Cada día Roald Dhal se encerraba en su cabaña dos horas para escribir, las dos horas eran su límite impuesto. Una restricción permite al cerebro trabajar de forma más productiva y concentrada.
- Hacer y deshacer, re-hacer de nuevo.
Dahl sostenía que la buena escritura es esencialmente un trabajo de corrección. Cada avance comporta una reflexión sobre lo hecho precedentemente, que hay que corregir y reescribir continuamente. Puede parecer frustrante, pero es durante este proceso que las cosas evolucionan y encuentran su forma con más claridad.
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