1.500 portadas de ‘Babelia’: historia gráfica de un suplemento cultural

Portada de la ilustradora Ana Juan

Dijo William Randolph Hearst que para vender revistas solo necesitaba poner en portada “una chica guapa, un perro o un bebé”. Aquella sencilla receta editorial caducó hace años (afortunadamente) pero el misterio sobre qué funciona a la hora de crear la primera página de una revista o un suplemento se mantiene. ¿Fotos enigmáticas? ¿Obras de arte? ¿Un buen primer plano? ¿Ilustración conceptual? ¿Letras manuscritas? Se podría decir que en Babelia, 1.500 portadas después de nuestro primer número, lo hemos probado casi todo.

Babelia nació en 1991: Internet era solo un eco lejano y los periódicos vendían orgullosamente tinta y papel. Desde entonces, el diseño del suplemento se ha ido adaptando a los nuevos gustos gráficos de cada época. También a las novedades técnicas: las primeras portadas se imprimían únicamente en blanco y negro; en 1995 se añadió una segunda tinta de color que iba variando cada semana, y solo desde 2001 el suplemento salió con la cuatricromía actual.

Volviendo al principio: ¿qué funciona a la hora de crear esa primera página que resume Babelia cada semana? “Una buena portada necesita inteligencia. Ser comprensible. Que te lleve a leer, que estimule a la lectura”, explica David García, que fue director de arte de EL PAÍS de 1996 a 2007 y es responsable de buena parte de las portadas publicadas por este suplemento.

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