Se cumplen 200 años del nacimiento de la criatura de Mary Shelley, de una criatura, como ella misma dijo, no creada del vacío sino del caos. En Frankenstein resuturado, un proyecto magníficamente editado por la editorial Alrevés y dirigido por Fernando Marías, se homenajea a un personaje que cambió la literatura y que se convirtió en un referente tanto de la novela romántica inglesa como de la novela de terror.
A partir de su nacimiento, el mito, fue adoptando diversas formas en el imaginario colectivo, pero siempre ganaba la forma que el cine creó: un monstruo enorme con clavos en la cabeza que, entre gruñidos, atacaba a los pobres seres que tenían la mala suerte de acercarse a él. Pero quien haya leído la historia de Mary Shelley sabe que la criatura, este enorme ser sin nombre, es un hombre culto, atormentado, que solo busca una madre, un padre, una compañera, un amigo, y que se estampa irremediablemente contra la incomprensión y el miedo.
En Frankenstein resuturado se presenta el mejor regalo que la joven autora jamás pudo soñar.
El encuentro de Fernando Marías con un viejo solitario, relatado en un bellísimo prólogo, le hace pensar en la duda que todo lector de Frankenstein se ha planteado. ¿Y si la criatura al entrar en la oscuridad no muriera? ¿Y si hubiera seguido buscando su sitio a través de los 200 años de historia que le separan de la actualidad? ¿Sería ahora como ese viejo solitario? Ahí es donde intervienen veintiún escritores y veintiún ilustradores, imaginando, casi deseando, que la criatura hecha de muchos hombres, pero con un único cerebro, interviniera en la historia a veces como un bello sueño, a veces como una pesadilla, pero siempre como alguien cuyo mayor deseo sigue siendo escapar de la soledad a la que su creador le empujó, a través de viajes sin destino donde siempre encontrará la maldad que el ser humano encarna.
Los relatos tienen todos un hilo conductor. La criatura sigue sola, sigue siendo un ser de apariencia terrible, algo que inspira terror, algo que sabe que el verdadero mal no está en él sino en los seres que le rodean. Solo algunas personas diferentes, como la niña que aparece en el relato de Biedma, la costurera del relato de Elisa Victoria, o la niña que nace buscándolo de la mano de Espido Freire, son capaces de mirarle a los ojos y de quedarse, quizás un rato, con él.
Por supuesto, en este homenaje, no podía faltar la obra de Mary Shelley. De la mano de Lorenzo Luengo, Frankenstein resuturado cuenta con una traducción de Frankenstein o el moderno Prometeo. Una traducción que acerca al lector actual la creación del mito de Frankenstein pero sin abandonar el tono romántico que su autora le dio.Junto a la prosa y a la poesía, no podía faltar la música. Los 21 relatos se abren y se cierran con unas composiciones musicales que acompañan al lector en su lectura. ¿Qué más podemos pedir?
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