El hombre ilustrado


Una nota imperdible a Rafael Vivas, ilustrador y curador de la muestra “Dibújame un cuento”, que se expone en Barrilete hasta el 7 de agosto próximo.

Por Emanuel Rodríguez

Cuando eran chicos, a Rafael Vivas y a su hermano les gustaba dibujar. Terminaron la escuela secundaria y el padre tomó una decisión: como el hermano se sacaba malas notas, le permitiría estudiar Bellas Artes. Total, ya estaba “perdido”. Rafael, en cambio, tenía muy buenas calificaciones, así que su padre no le permitió dedicarse al arte y lo obligó a estudiar Abogacía. Tenía que asegurar su futuro.

Rafael terminó la carrera y empezó a trabajar como abogado laboralista: defendía a las empresas cuando sus empleados las acusaban de malos tratos, por ejemplo. No era un trabajo muy feliz que digamos. Y tampoco le pagaban bien. Para cubrir la renta debía dar clases, y nunca tenía dinero para hacer regalos. Entonces llegaba a los cumpleaños con lo único que sabía hacer sin plata: dibujos. Si eras amigo de Rafael, eso era lo que recibías. En una fiesta, Rafael llegó con sus dibujos, los regaló, y ocurrió algo milagroso. Uno de los invitados trabajaba en una editorial que publicaba libros ilustrados y le dijo a Rafael que sus dibujos eran muy buenos, que pensara en hacer carrera como ilustrador. Imagínate: tener una vida no muy feliz y que algo que sale de tus propias manos y de tu propia cabeza te abra las puertas a la posibilidad de ganar dinero haciendo lo que más te gusta hacer… Rafael se puso muy contento y se dio cuenta de que nunca se iba a olvidar de ese momento.

Empezó a dibujar libros ilustrados, que en España se llaman álbumes, y de a poco se fue alejando de la abogacía. Primero renunció a la oficina, y unos años después también dejó de dar clases. Por primera vez podía vivir de lo que más le gustaba en la vida, dibujar. Pero… ¿quién leía los libros que Rafael dibujaba? Él se dio cuenta de que los chicos en su país tenían millones de libros al alcance, pero que en otros lugares del mundo eso no era así. En Argentina, por ejemplo, los libros ilustrados son demasiado caros para muchas familias que no se pueden permitir el lujo de gastar en un solo libro el mismo dinero con el que podrían comer los hijos una semana entera. Entonces Rafael ¿qué hizo? Fundó su propia empresa para solucionar ese problema, I con I (www.i-con-i.es).


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