Una especie de magia


Cuando estudiaba ilustración en Rhode Island, Estados Unidos, dos profesores le sugirieron a Dolores Avendaño que se dedicara a otra cosa, que no era lo suyo, que no tenía el talento. Pocos años después, la ilustradora argentina es la encargada de las portadas de la saga de Harry Potter en español, quizás el trabajo de mayor visibilidad posible en el campo. Ahora muestra más aspectos de su mundo visual en una exposición en el Museo de Arte Decorativo, inspirada en parte por el edificio. Y habla de cómo se hace para combinar y retroalimentar la ilustración para chicos con el atletismo, su otra pasión profesional; o cuánto se parecen los paisajes de la imaginación a una ultramaratón en el desierto.

Quizás el trabajo más taquillero de la ilustradora y atleta Dolores Avendaño (Buenos Aires, 1968) sean las ilustraciones realizadas para las portadas de las ediciones en español de Harry Potter, de J. K. Rowling. Sin embargo, las ilustraciones de Potter son apenas una puerta de entrada a su universo, un universo delicado y frondoso, de ensoñaciones casi naïves y una ternura que escudriña los rincones más oscuros y diáfanos de la infancia. La exposición vigente en el Museo Nacional de Arte Decorativo da un testimonio sobresaliente de su versátil imaginario narrativo y condensa varias décadas de su trabajo, desde las ilustraciones de On Halloween Night, de Ferida Wolf y Dolores Kozielski, La liebre dorada, de Silvina Ocampo, hasta el El Arca de Noé, El mago de Oz y El Circo. La perlita de la muestra es una serie especialmente realizada para la ocasión, que llevó a Dolores a sumergirse durante un año en los entretelones del Palacio Errázuriz-Alvear. Como una médium que capta las voces animadas de tiempos pasados, Dolores trastrueca la suntuosidad de los espacios y objetos en travesura y fantasía.

¿Cómo surgió la idea de realizar ilustraciones a partir de espacios y objetos puntuales del MNAD?

–Esa serie se fue desarrollando de manera conjunta con el museo. Primeramente, a Elida Masson, jefa del Departamento de Extensión Cultural y Difusión, se le ocurrió que podía realizar una serie de ilustraciones en relación con el museo. Recorriendo el museo con ella, mientras me explicaba la historia y características de los diferentes objetos, se me ocurrió que en las ilustraciones podían aparecer esos mismos objetos escondidos y que se podía generar algo interactivo con los chicos: ellos tendrían que descubrir los objetos del museo en mis dibujos. En el Salón de Baile, por ejemplo, quedé fascinada con las cerámicas que están dentro de las vitrinas, y se me ocurrió que las tazas podían estar bailando en medio del salón. Y así empezó a correr mi imaginación.

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