Max: «En España, al contrario que en Francia, los autores de cómic no somos rentables como iconos»




Max, nacido Francesc Capdevila (Barcelona 1956), empezó como dibujante guerrillero en el auge del cómicunderground barcelonés formando parte en la prolífica quinta de El Víbora. Sus inquietudes hacia el mundo de la viñeta y del dibujo no han cesado desde entonces. Su estilo ha mutado fruto de una inacabable curiosidad que le ha llevado a indagar en multitud de trabajos y a estudiar a los maestros del noveno arte de Estados Unidos y Europa. Hoy, con el reconocimiento de un premio Ignatz (Estados Unidos, 1999) y un premio nacional por Hechos, dichos, andanza y ocurrencias de Bardín el Superrealista (2007) y una amplia carrera como historietista e ilustrador sigue ampliando su búsqueda a través de sus personajes, exploradores de la naturaleza del ser humano y del arte, siempre con un punto de sana comedia en el trámite. Nos reunimos con él para conversar en la Miami Book Fair International, que eligió una de sus ilustraciones como cartel oficial.


Empecemos por la etapa underground. Carlos Gimenez contó la historia de «la generación Toutain» enLos Profesionales. Paco Roca contó la de la «generación Tío Vivo» en El invierno del dibujante. ¿Te imaginas un cómic de la generación El Víbora? Con un montón de personajes interesantes… ¿Quién de aquella quinta te gustaría que dibujara aquella historia?
La verdad es que esa es una cosa que Manel Fontdevila con frecuencia me incita a hacer. Él piensa que eso solo puedo hacerlo yo. Pero la verdad es que no me acuerdo de nada. Quiero decir que mis recuerdos de esa época son como flashes inconexos.
¿Por algún motivo en particular?
Por el desmadre de la época. Y luego, sobre todo, mi manera de trabajar no se aviene a eso. Nunca he hecho un cómic de este tipo, ni me apetece tampoco hacerlo. Entonces me temo que se va a quedar sin contar en viñetas.
¿Y qué te queda de aquellos años? Los bares no, porque por lo visto intentasteis hacer una ruta en modorevival para una presentación de Makoki y estaba todo cerrado.
Sí. Bueno, quedan los tebeos. Todo el trabajo que se hizo, eso es lo que queda. Y está bien. Por lo demás, es cierto que todo ha cambiado. La ciudad ha cambiado mucho. El espíritu de la ciudad ha cambiado. De la ciudad y del país, ¿no? Entonces, bonitos recuerdos por un lado, y por el otro toda esa renovación del cómic que hicimos, que nos tocó hacer a nuestra generación.
Hay quien dice que el underground no volverá ¿Compartes esa afirmación?
Creo que el underground es algo que vuelve cíclicamente. Cuando las circunstancias son difíciles, cuando no hay oportunidad para los chavales que empiezan de publicar las cosas que hacen, la gente hace fanzines. Y eso esunderground. El underground para mí significa, en cierto modo, autoedición por un lado y por otro métodos de distribución alternativos. Por tanto pienso que va a seguir existiendo porque el mundo del fanzine siempre esunderground y cada generación empieza obligatoriamente así.
Esas metodologías, esas características coinciden también —salvando distancias con las temáticas— con los nuevos medios. Empiezan de manera independiente, se distribuyen ellos…
Sí. Sin embargo respecto de la palabra underground siempre ha existido la polémica sobre si algo que se podía adquirir normalmente en un quiosco eso no es underground. Entonces creo que, por ejemplo, Mongolia no esunderground. Es muy salvaje y está muy bien. Pero underground no es. Underground implica casi casi niveles de distribución clandestinos, que es lo que nos pasó a nosotros al principio. Y que pueden no tardar mucho en volver, con las nuevas leyes del Gobierno de España amenazando a la libre expresión; en cualquier momento la gente puede que tener que recurrir otra vez a canales ocultos (risas).

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