El poder civilizador de la lectura

Iban Barrenetxea

El siguiente texto reproduce la intervención de Miquel Rayó el 9 de octubre de 2014 en el Festival Iberoamericano de literatura infantil y juvenil (Casa de América, Madrid).

No hay nada más incivilizado que lo que se hace desde la lectura fanática de la Torá, de la Biblia o del Corán, a no ser que aceptemos que lo incivilizado –la agresión injusta, la violación, el asesinato, la planificación del exterminio, la corrupción, la hipocresía, la tortura, el cuchillo degollador, la bomba de racimo, la química aplicada a la producción de gas letal, el dron asesino…– son componentes y productos necesarios o colaterales de la civilización –con minúscula– como puedan serlo un soneto, el blues, una pizza, unsmartphone o una vacuna. Su lado oscuro, pues.

Pongamos, inmediatamente, un adjetivo a “lectura” y hablemos de “lectura libre”. Esa lectura que no suelen fomentar con todas las consecuencias los sistemas políticos organizados en los que, muy diversamente, se manifiesta la civilización. Lectura en libertad… Esa sí que, tal vez, nos civilice. No menos que las matemáticas o la música, esos otros lenguajes preciosos.


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