Perfiles de color: ¿Cómo mejoran la calidad de impresión?

Se tiende a pensar que lo más importante para que una impresión sea perfecta es el papel con el que se va a imprimir: gramaje, tipo de papel, formato… En cierta medida es cierto, pero en la calidad del resultado final intervienen más factores. Entre ellos, la gestión del espacio de color y una buena elección de los perfiles de color.

Para lograr una impresión de alta calidad es fundamental configurar y usar adecuadamente la gestión de color. También es importante tener un perfil de color apropiado, que defina el comportamiento posterior de las tintas según el papel que vaya a utilizarse.

La gestión del espacio de color se encarga de que los colores impresos de una imagen guarden la máxima similitud con los colores ‘reales’ creados digitalmente.

La imagen digital está compuesta por una serie numérica que hace referencia a unos colores específicos. El problema surge cuando este archivo de imagen pasa de un dispositivo a otro y sus referencias de color varían debido a la transferencia. Con el fin de evitarlo, se realiza una conversión de color para que el espacio de color original del documento no se vea alterado.

Es en el proceso de conversión del color donde el perfil de color actúa. El perfil de color es un documento que contiene datos que detallan, de forma estandarizada, un conjunto de colores llamado espacio de color. El perfil traduce y traslada la información del color de origen desde un dispositivo de lectura (por ejemplo desde una cámara fotográfica) a un espacio de color que permita la reproducción de la imagen en un dispositivo de reproducción. De este modo se establece una equivalencia análoga entre el color digital y el color impreso, consiguiendo así la calidad en impresión deseada.

Existen perfiles predeterminados y estandarizados pero también es posible crear nuevos mediante un software diseñado para la creación de perfiles de impresión y mediante un calibrador para el papel (espectrofotómetro).



Comentarios