Homenaje con premio a la histórica ilustradora infantil Maria Rius


El primer Premio Maria Rius de ilustración infantil, que este sábado se ha entregado en la Festa Major del Eixample barcelonés, ha nacido con el objetivo de rendir homenaje a un ilustrador o ilustradora que se haya convertido en referente en la tarea de acercar la lectura a los más pequeños a la vez que haya consolidado una expresión artística propia. Son requisitos que cumplía mejor que nadie la propia autora que da nombre al galardón, que ha inaugurado el palmarés del premio, en una sorpresa que le tenía reservada la organización.

“Desde niña la ilustración ha formado parte de mi vida”, recordaba sonriente esta semana, Maria Rius (Sant Pere de Riudebitlles, Alt Penedès, 1938), tras conocer el fallo, al tiempo que su mente volvía a la niña que fue, sexta de once hermanos en una familia humilde, durmiendo en uno de los cajones de una cómoda y sin acudir nunca al colegio, pues su madre, profesora, les daba clases en casa en catalán. Ilustradora histórica y fundadora de la Associació Professional d’Il·lustradors de Catalunya (APIC), lleva 370 libros a sus espaldas, con títulos como ‘Guaraçú’, o ‘L’avet valent’, ‘Macbeth’, ‘Els cinc sentits’ o ‘La Biblia’, algunos traducidos a más de 25 países idiomas, y ha colaborado en prensa y revistas como ‘Cavall Fort’ o ‘Tretzevents’. Con un estilo marcado por la delicadeza y la ingenuidad en rostros y figuras, el trazo fino y bien definido y suaves tratamientos cromáticos, ya atesoraba en su currículo galardones como el Crítica Serra d’Or de Literatura Infantil y Juvenil (1979 y 1981) o el Junceda de honor 2008.  

Rius, que opina que “la ilustración infantil aún no ocupa el lugar que se merece”, evocaba cómo entró en la Escola de la Dona, cómo ejerció de profesora e ilustradora, cómo le ayudó el histórico Juan Ferrándiz, cómo se peleó para que las editoriales le devolvieran los originales y cómo creó la APIC, donde al inicio eran mayoritariamente mujeres. En el franquismo era más difícil trabajar siendo mujer, admite. “Fui a una empresa de estampados de pañuelos infantiles y me dijo que podía quedarme allí porque todo eran hombres y no querían mujeres. Pero sí me dijo que trabajara desde casa”. “En ilustración infantil todas éramos mujeres. Los hombres hacían más tebeos y humor gráfico”, confirma.



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