Sobre la importancia de leer cuentos de hadas, sin importar nuestra edad

Nuestras primeras memorias como lectores probablemente se encuentran ancladas a personajes como Blancanieves y los siete enanos, los tres cerditos, Cenicienta, Hansel y Gretel, y demás; al igual que los relatos míticos de todos los pueblos y culturas, los cuentos de hadas son una forma narrativa que no solamente apela al goce estético de los oyentes a través de ciertos recursos, sino que también ha tenido un componente iniciático, en el sentido de que se le da un papel didáctico en la transmisión de ciertas leyes no escritas, o como situaciones ejemplares con las que el futuro adulto se las verá tarde o temprano.
El psicoanalista Bruno Bettelheim propone que la importancia de leer cuentos de hadas con los niños rebasa los objetivos de la mera competencia lectora; a decir suyo, los cuentos de hadas pueden ayudar “al niño a que extraiga un sentido coherente del tumulto de sus sentimientos”.
Los sentimientos —o pulsiones— se van desarrollando en nosotros desde temprana edad y no siempre nuestra capacidad de procesarlos y darles salidas sanas va en consonancia con nuestra educación y nuestro lugar en el mundo.
Las historias de la tribu, de la formación del universo mítico y religioso, han servido históricamente para aportar este sentido de arraigo y deber en los niños respecto de sus lugares de origen; pero a partir de la modernidad, cuando las fronteras cambian y las migraciones ponen en suspenso la permanencia física de las familias en su lugar de origen, los cuentos sirven como un asidero moral que nos dota con la capacidad de responder a situaciones nuevas y complejas.

Gracias a Arancha Ortiz por el enlace. :)


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